Nuestro honor se llama fidelidad. Código sajón.
La fidelidad es más fuerte que el fuego. Epopeya de los Nibelungos.
Hasta la isla de Paros donde descansa Belit-Seri, han llegado noticias del asesinato en Atenas, de Hiparco, el hermano del tirano Hipias
Se cuenta que lo ha matado Harmodius, el bello joven amante de Aristogiton. Unos dicen que los amantes organizaron una conspiración para acabar con la tiranía de Hipias, otros, que al ser insultados en público por los hermanos con “apartaros mujercitas”, se han tomado venganza. El comerciante de Tebas de Beocia que le ha dado la noticia ha comentado: la verdad es, que el tirano o su hermano estaba enamorado del joven Harmodius y al ser rechazados por fidelidad a su amante, de celos, han acabado con ellos. Harmodius ha sido condenado a muerte y Aristogiton, torturado con el fin de conseguir la identidad del resto de los conspiradores –decián- ha sido acuchillado al final por Hipias.
En el Templo de Fides, diosa de la palabra dada, los atenienses están erigiendo las estatuas de Harmodius y Aristogiton, como representación de la fidelidad. Y también, en honor del servicio supremo que todo buen ciudadano romano debe ofrecer a los que luchan y acaban con los tiranos, para la salvación de la “civitas”.
Cuentan que están en las Islas de los Bienaventurados, al lado de Aquiles, en el Hades, junto a las almas virtuosas.
Por ahora Belit, piensa que eso del matrimonio no “rationem habere cum aliquo”.
No sabe a donde va. Todos sus amores han huido por caminos llenos de risas. ¡Cómo le ha cambiado todo! Tiene siniestra visión del futuro. Ya no quiere arrancar colores de su pasado. Él confía que siempre seguirán naciendo margaritas al pié de los sauces llorones.
Se ha quedado dormido en la proa del navío que le lleva al Ática. Un sueño acapara el tiempo de descanso. Le está diciendo a una bella dama que ha conocido en Eubea: ¡No temas! Me quedaré contigo, y te contaré historias que guardo desde hace tiempo. Bien –le contesta-: Se acabó pues el andar como los perros callejeros. Junto a mí, podrás llorar cómodamente.
Sí, mi amada. Cuidaré de tu cuerpo, hermoso jardín de luz que brota de un sueño esmeralda. Escucharemos del palpitar de las madreselvas el misterio de su belleza. Entre abedules, el viento que viene de la montaña, se llevará el eco de mis besos que gritan en la puerta de tu secreto.
De acuerdo, -le contesta la bella Diana- pero sobre todo cierra la puerta del jardín donde mueren todos tus amores anteriores. Deja que le lloren las ramas del sauce sobre las margaritas de recuerdo.
Los matrimonios ante la diosa Fides, parecen garantizar la fidelidad de los esposos. Belit, piensa que: La fidelidad ni se compra ni se vende, es la hija de un espíritu noble.
BELIT