jueves, febrero 11, 2010

EN EL SILENCIO DE ESTE OASIS


Cuando fui en busca del Arca de la Alianza a Etiopía, siguiendo lo escrito en el Kebra Negast:”Los emigrantes judíos que llegaron a Etiopía fueron los primogénitos de los ancianos de Israel en el séquito de Menelik, acompañando a la sagrada Arca de la Alianza, que había robado del Templo”, un sacerdote de los falashas en el sitio sagrado de Tana Kirkos, me dijo: Debes saber que, hemos brotado a modo de las plantas, todos podremos encontrarnos cuando nuestras raíces, muertas, nos liberen.
En busca de los deseos, nuestros corazones vuelan libres. Que la mirada del recuerdo, envuelta en el sari rojo de la pasión, te alumbre en la negrura del olvido.
Las hojas de betel que estoy masticando, regalo del sultán de esta ciudad llamada Zafar, además de perfumar el aliento, producen alegría, me integran directamente en la vida divina. Pienso que es un crimen quemar mi vida de aventurero.
El silencio de este oasis, la quietud de los segundos, los cocoteros que dan sombra en el borde del desierto, las huellas de los pecados, el óxido de los años, la apretada idea del regreso, el calor de los cuerpos en el vertedero del olvido, la caricia de los besos, el origen de las voces que se repiten, todo es, Uxa, ternura desnuda, lágrimas muertas, luna llena de un minuto feliz.
En un navío recién llegado al puerto, procedente de la India, han viajado tus pergaminos, me han sido entregados por el kirani, el que lleva el diario de a bordo.
Mientras leía tus signos, imagino tu vestimenta adornada con los “speculae” que acreditan como peregrina y certifican tu paso por esos lugares mágicos donde se encuentra la Virgen, reliquias, y Santos.
Salvoconducto especial del rey de Aragón, en especial el de los del Monasterio de San Juan de la Peña, San Vicente de Roda, el Pueyo de Barbastro, Ángeles de Torreciudad, de Huesca.
En casi todos los hospitales del Altoaragon, órdenes militares, religiosas o monásticas, todo peregrino puede estar en ellos, que así lo dispuso el rey Jaime I, de uno a tres días, sin pago alguno, mostrando las speculae recibidas en su camino.
No me dejo llevar por emociones negativas, donde nace el sol, se yergue sobre mis fantasías de viaje, poemas que me acompañan. Ahora las musas callan. Mi sinceridad literaria teme engañar. Mi bosque, santuario de un tiempo de sueños imposibles, acoge entre sus ramas, un verde de esperanza. Ni relatos, ni poemas, ni prosa poética, nada. Solo Rosa de Alejandría que alivia mi piel seca, sin inspiración. ¿Cuándo el incienso de la resurrección? ¿Dónde el perro Argo que reconozca mi verdad oculta?
Las gaviotas cuando el mar oscurece, ríen silencios sobre los acantilados, y en mis labios, un recuerdo. A lo lejos está la imagen en las orillas del Nilo que se agarra libre de lodos. La música de estas palmeras, adormece, las olas de espuma, tratan de borran el verdadero nombre del Escriba, Cazador de Sueños, escrito en la playa, pero no lo alcanzan. Música y olas, cuál de ellas cruzará el océano para desentrañar el secreto. Alguien tratará de leer el nombre en vano. Sobre la arena, los golpes de escritura son pasos invisibles, caprichosos. El mar, la playa, el azul, las olas, dejan desasistida la esperanza.
Uxa, en alguna senda libre de algún valle, tal vez en invierno, encontraré una historia… y me quedaré. Mi amor es hoy, libertador del pasado. Allí, donde habiten caricias como latidos de flor, viviré en los límites de sus pétalos. Y me quedaré atrapado en la luz de la Vieja Luna.
BELIT-SERI