No es como tú me escribes: no es que, me sienta más atraído por el destino indeciso de los dioses, que por las promesas que te hice.
Sí, recuerdo mis palabras en la casa de tu padre. Osiris, príncipe de la eternidad, las tiene gravadas en el muro de la Eternidad; declaré la verdad ante la mano de Neb-er-ter; mi promesa no es imagen en charcos de agua que la devuelva manchada con barro de la mentira.
Sí, allí nos esperan relatos, con la tristeza que venía en algunos momentos; las raíces de nuestras letras, sobre la tenue oscuridad de los barrancos. ¿Dónde la verdad? Ella siempre está en torno al busto de la fantasía. ¿Dónde nuestros sueños? La tempestad y la luz nos hacen olvidar el secreto. ¿Dónde la poesía? Se ha consumido casi en su totalidad para silenciar al canto de las ninfas.
En estos, y en esos valles del hermoso Nilo, cansado, y zarandeados por los vientos del destino, soy empujado por fuerzas de una libertad condenadas por los dioses.
Aquella tarde cuando cerrabas tus ojos; en tus labios, que era el lado más caliente de tu cara, deposité el beso de despedida y la promesa de acudir a la cita en la tierra de nuestros mayores.
Las nubes oscurecen la ciudad de Maalula y la tierra se levanta a los lejos con montañas preñadas de luz por una Vieja Luna. Un gorrión sacude la cabeza tras posarse a poca distancia de mí, recogiendo las migajas que he dejado caer de una hogaza de pan de cebada blanca. Pienso, que ahora llevamos aferrados al recuerdo, sin posibilidad de consuelo, las caricias del último día.
Te veo sentada en las escalinatas de acceso al templo de Net, -gran diseñadora de la vida-, cansada de buscar amores perdidos. Unos cuervos se posan entre las ramas de un hermoso sicomoro donde apoyas tu espalda desnuda. ¡Qué muralla de tristeza! Lágrimas que juegan con el espejo de tus mejillas. Quieras o no quieras, el recuerdo de un amor lejano es un gusano de luz que ciega.
Que este primer mes del verano dedicado al dios Pachón, te colme de salud y prosperidad, magnifique tu belleza y no permita que se llene tu corazón con la tristeza de la distancia.
BELIT SERI