Belit ha llegado al oasis de Siwa. El rojo que deja el sol que se hunde en el desierto profundo le recuerda las sombras rojizas de muros obstinados que obligan a Uxa a abandonar la casa de sus mayores.
El Escriba Sin Nombre ha recorrido Dódona, Behdet, Tebas, y permanece en Siwa. Ha llegado siguiendo las estrellas de la constelación Argos. Pernocta en la vivienda del sacerdote Sherau.
Rodeado de olivos y palmeras, y sembrado de numerosas lagunas, el oasis de Siwa, con su hermosura, espera desde hace mucho tiempo la llegada por el norte de los dos cuervos que anuncien la llegada del hijo de Amón.
Amanece. Al-Mawta, la montaña de los muertos, vigila silenciosa, a Sekht-am, la tierra de las palmeras. Belit no ha podido descansar, tiene miedo conocer su futuro. Su nombre desea darlo a conocer a Uxa, pero, solo puede quebrantar la promesa con permiso del oráculo. Así le será permitido. Teme llegar tarde, pues ella se ha ido de Alejandría.
“Qué yermo, qué vacío, invisible manto del olvido”, suena en su corazón mientras contempla la salida helíaca de Sirio, las palabras de Sherau. Como el kershef, mezcla de sal y arcilla permeables, le inundan de tristeza. El oráculo ha respondido: “No temas encontrarte cara a cara con Uxa. Sirio, la Estrella del Perro, que representa el nivel superior de percepción más allá de los sentidos humanos, está sobre tu vida. La Estrella te guiará. Esa verdad que desea conocer Uxa es muy superior, nosotros no podemos reconocer. Uxa y Belit, son dos círculos que están en shen, en suspenso.
Belit caminando junto a las palmeras que ocultan el lago donde se bañan las novias desnudas del oasis, se aleja de la encina de Amón. Los habitantes, de raza distinta a la de los del Nilo, hospitalario y afectuosos, le han despedido con cantos y bendiciones hasta el límite verde donde una caravana le espera para partir hacia el del Nilo.
La luz de Uxa brilla a lo lejos. Ella es como le ha dicho el oráculo, es aukhemu-seku, como las estrellas que nunca menguan.
Mientras llega ese momento, Belit piensa ponerse a las órdenes de Senmut, favorito de la reina Hatseput, o bien, unirse a las expediciones comerciales a Punt.
Los micenos colonizan Rodas, Chipre y Mileto. Josué conquista la tierra de Canaán. En Babilonia, el soberano elamaita, tras destruir la ciudad, ha robado el Código Hamurabí de Sippara.
¿Dónde Belit-Seri en busca de Uxa?
ATHO
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